Hoy queremos hablar de un perfume que
conocemos todos, desde su lanzamiento no ha dejado indiferente a nadie, y se
siguen realizando nuevos anuncios que siguen enamorando, siguen siendo únicos y
siguen siendo el perfume J’ADORE.
Si, hablamos del perfume J’adore de Christan Dior, una esencia mítica en la historia de la
perfumería que mantiene su posición en lo más alto desde hace 20 años.
Es radiante, deslumbrante, de color dorado,
conquistador por su forma y su mensaje. Romántico, y que estrena ese estilo
floral y afrutado moderno pero reservando las notas más clásicas.
Magnético y muy fácil de reconocer, J’adore es un perfume que se ha marcado su propio camino, cruzándose con millones de personas, impresionándolas y llevándolas a querer perseguirla.
Magnético y muy fácil de reconocer, J’adore es un perfume que se ha marcado su propio camino, cruzándose con millones de personas, impresionándolas y llevándolas a querer perseguirla.
¿Por qué llamó tanto la atención este perfume?
En los años 90, predominaban más olores
acuáticos y marinos. Mientras, por su lado, Christian Dior escogía el camino a
contracorriente, usando grandes tonos florales y, además, cálidos, con un
concepto que gira en torno a este color dorado de su frasco y de su simbología.
¿Qué inspira J’adore?
Nos habla de intenciones, de valores y de
frutas exóticas. Nos habla de lo que pasa desapercibido, para que lo tengamos
en cuenta. Con su olor transmite carisma
y crea un impacto fuerte en nosotros, conquistando a las mujeres del mundo
entero más rápido que nunca, sin demasiadas dudas.
Y así, casi sin darse cuenta, J’Adore se ha
transformado en un perfume-joya. Un complemento imprescindible que da un toque
elegante a cualquier look. Le da sofisticación y visibilidad. Unos vaqueros con
una camisa blanca o un sencillo vestido de seda.
¿A qué huele?
La verdad es que el resultado final no ha
podido ser mejor y más perfecto. Y es que cuenta con ese toque sexy que
esperamos al verlo en las estanterías
de las perfumerías. Los contrastes que van evolucionando como una
orquesta sinfónica, capaz de demostrar su lado más transparente y su lado más
rico. La composición avanza desde lo floral a un jugoso melocotón.
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¿Qué podemos decir más?
¿Su frasco? Curioso, un cuerpo ovalado y un
cuello muy estilizado que adelgaza a medida que llega a la cima, y allí se
vuelve a ensanchar. Su color dorado, su altura, su sutileza… todo lo que
compone J’adore está cien por cien medido, remedido y examinado al detalle para
ser absolutamente exepcional.
¿Seguro que no lo has probado nunca?